El Tao Te King
物或惡之,故有道者不處。
君子居則貴左,用兵則貴右。
兵者不祥之器,非君子之器,
不得已而用之,恬淡為上。
勝而不美,而美之者,是樂殺人。
夫樂殺人者,則不可得志於天下矣。
吉事尚左,凶事尚右。
偏將軍居左,上將軍居右,
言以喪禮處之。
殺人之眾,以哀悲泣之,
戰勝以喪禮處之。
Las armas son instrumentos de mal agüero; las criaturas las detestan. Por eso, quien tiene el Tao no se detiene en ellas.
En tiempos de paz, el noble favorece la izquierda; en la guerra, favorece la derecha.
Las armas son instrumentos nefastos, no son herramientas del noble. Solo las usa cuando no hay otro remedio, y considera superior la calma y la indiferencia.
Vencer no es algo hermoso. Quien lo considera hermoso se deleita en la matanza.
Y quien se deleita en la matanza no logrará sus propósitos en el mundo.
En los eventos felices se honra la izquierda; en los desgraciados, la derecha.
El subcomandante se sitúa a la izquierda, el general en jefe a la derecha; esto significa que se sitúan como en los ritos fúnebres.
Cuando se mata a mucha gente, se debe llorar con dolor y tristeza. La victoria en la guerra debe tratarse con ritos funerarios.
Lao Tse nos advierte que las armas, ya sean físicas o verbales, son "instrumentos de mal agüero" que van contra la vida.
La violencia, aunque a veces parezca una herramienta eficaz de poder, es intrínsecamente contraria al flujo natural del Tao y siempre genera una deuda kármica.
En nuestra cultura, a veces admiramos la "furia española" o la capacidad de imponerse ruidosamente en una discusión, pero el Tao enseña que la verdadera fuerza reside en la suavidad y la preservación.
El uso de la fuerza rompe la armonía de la comunidad y deja cicatrices invisibles que tardan generaciones en sanar.
Quien sigue el Camino evita el conflicto siempre que es posible, entendiendo que dominar a otros no es poder, sino una señal de fracaso en la convivencia.
Pensemos en una disputa familiar por una herencia donde se usan abogados agresivos; aunque uno gane el dinero, la familia se rompe para siempre.
O en el tráfico, cuando respondemos a un insulto con otro, escalando una situación trivial hasta convertirla en violencia real.
El uso de la fuerza solo es justificable como último recurso absoluto, y debe ejercerse sin pasión, manteniendo la serenidad interior.
Si el conflicto es inevitable, el sabio entra en él sin ira y sin deseo de gloria, actuando "a regañadientes".
La frase "considera superior la calma y la indiferencia" sugiere actuar con desapego emocional; no es debilidad, sino un control supremo para defenderse sin convertirse en el agresor.
En la cultura latina, donde la sangre a veces hierve rápido, esta es una lección difícil pero vital: detenerse inmediatamente cuando la amenaza cesa, sin buscar venganza ni humillación.
Es la diferencia crucial entre la justicia necesaria y la crueldad innecesaria impulsada por el ego.
Un padre que debe castigar a su hijo no lo hace con furia descontrolada, sino con pesar y firmeza tranquila para educar.
Un líder que debe despedir empleados por una crisis lo hace con transparencia y ayuda humana, no con frialdad corporativa.
Esta es quizás la enseñanza más radical: incluso cuando se gana un conflicto necesario, el resultado no debe celebrarse, sino tratarse con la solemnidad de un funeral.
Lao Tse nos dice que dañar a otros, incluso a enemigos, es dañar una parte de la humanidad y, por tanto, de nosotros mismos.
Celebrar la derrota de otro es "deleitarse en la matanza", lo cual corrompe el espíritu y endurece el corazón.
En lugar de desfiles triunfales, debería haber reflexión y duelo por la pérdida de armonía y vida que el conflicto conllevó.
Esta perspectiva transforma el conflicto de un juego de ego a una tragedia necesaria, invitándonos a mirar al "enemigo" con compasión.
Tras ganar un juicio doloroso contra un antiguo socio, en lugar de hacer una fiesta, uno debería reflexionar sobre los errores que llevaron a esa ruptura.
En el deporte, el verdadero campeón consuela al perdedor, reconociendo su esfuerzo, en lugar de burlarse de su derrota.
El Problema: En el entorno laboral, surgen rivalidades intensas donde un colega intenta sabotear tu proyecto o se atribuye descaradamente el mérito de tu trabajo. La reacción visceral es "ir a la guerra": enviar correos agresivos con copia a todos, hablar mal de él a los jefes y buscar su despido para sentir que hemos ganado y reafirmado nuestro territorio.
La Solución Taoísta: Practica la contención estratégica. Defiende tu posición con las "armas" de la verdad, pero hazlo sin odio y solo lo estrictamente necesario para restablecer el equilibrio. No busques destruir su carrera por venganza. Si ganas y se reconoce tu mérito, no te regodees ni lo humilles públicamente. Trata la situación con sobriedad, reconociendo que el conflicto ha dañado el ambiente del equipo, y trabaja humildemente para sanar la relación profesional.
El Problema: Las discusiones familiares pueden ser explosivas, ya sea por política en Navidad o herencias. Queremos tener la razón a toda costa, usando palabras hirientes como armas afiladas para "vencer" al hermano o al cuñado. Nos enfocamos en ganar el argumento intelectual, sin importar el daño emocional profundo que causamos a los seres queridos.
La Solución Taoísta: Aplica la "calma e indiferencia" (tian dan). Si debes intervenir, hazlo para proteger la armonía familiar, no para imponer tu ego. Si logras demostrar que tienes razón, no lo celebres como un triunfo. Mira el dolor en el rostro de tu familiar y siente tristeza por la distancia creada. Trata ese momento como un "funeral" de la confianza perdida, y actúa con suavidad inmediata para reconstruir el vínculo afectivo.
El Problema: Un gerente o dueño de negocio enfrenta una situación crítica donde la empresa está fallando y debe reducir personal para sobrevivir. La tentación moderna es ver esto como una simple operación matemática de "eficiencia", cortando por lo sano para salvar los números, deshumanizando a los empleados y celebrando fríamente la rentabilidad recuperada tras los despidos.
La Solución Taoísta: El líder actúa "a regañadientes" porque no hay otro remedio. Toma la decisión difícil, pero lo hace con el peso solemne de un rito funerario, no como una victoria de gestión. Se reúne con los afectados con empatía genuina, reconociendo el dolor humano de la situación. Ofrece apoyo, dignidad y recursos en la salida. Entiende que salvar la empresa a costa del sustento de otros es una tragedia necesaria que debe ser llorada, no celebrada.